Por Rebeca Herrero de El Diario la Prensa. Publicado el 3 de enero de 2012
Nueva York -El venezolano Pablo García Gámez llegó a Nueva York en 1992, en busca del sueño americano. Sin embargo, las vueltas que da la vida lo llevaron a convertirse en un apasionado dramaturgo con el don de contar cuentos, don por el que dejó la publicidad, profesión a la que se dedicaba en su país natal.
«Yo vengo de El Valle, en Caracas. Allá tenía un alto puesto como ejecutivo en el mundo de la publicidad. Dejé mi país por las presiones sociales y llegué a Manhattan con el sueño de integrarme a una firma de publicidad de Madison Avenue. Pero al cabo del tiempo, mi vida dio otro giro», explica Gámez quien reside en Jackson Heights, Queens.Un apasionado de las obras de Federico García Lorca, Santana y Gabriel García Márquez, ha escrito piezas que le han valido varios premios notables como el de la ACE (Asociación de Cronistas de Espectáculos), la HOLA (Hispanic Organization of Latino Arts) y The Asuncion Playwrights Project.
En la actualidad sus obras son joyas literarias que han tomado forma para darle vida al teatro neoyorquino en espacios como Teatro Pregones, IATI y otros escenarios. .
«Yo empecé tocando puertas pero todo me salió distinto a lo que yo esperaba. La escena del teatro no era como en Venezuela, aquí muchas obras de teatro se deben montar primero bajo la manga de un productor. La primera vez fui al Consulado de Venezuela donde produje un monólogo titulado ‘Cariaquito Morado’, que también se presentó en el Teatro Pregones», indica el autor.
Hace algunos años conoció a una persona importante en su carrera profesional, Ramón Caraballo, propietario de la librería Barco de Papel en la calle 80 en Jackson Heights. El lugar es pequeño y acogedor y tiene libros de todo tipo en español. Es un enclave cultural importante para una zona mayormente poblada por inmigrantes latinoamericanos.
Caraballo y Gámez unieron fuerzas para presentar obras de teatro infantil en una escuela superior del área. Allí ellos realizan talleres. El escritor se encarga de narrar cuentos y de explicarle a los niños la importancia de preservar sus raíces y tradiciones. «No sólo les leo cuentos, les trato de explicar de dónde vienen, es algo importante para sus vidas. Así no vayan a estar en esta área cultural, como actores o dramaturgos, ellos van a aprender a hablar y a desarrollarse como personas cultas y capacitadas», dice el escritor venezolano.
Una anécdota curiosa fue cuando descubrió el lugar. «Yo caminaba por Jackson Heights y vi como se trasladaba un Quijote por las calles. El impacto en la gente fue tan grande que paralizaron el tráfico. Así fue como llegué a Barco de Papel», asegura.
Su trabajo con los niños no lo aparta de su carrera como escritor. La puesta en escena de una de sus obras más importantes, «Blanco», lo hizo cosechar varios premios.
«La obra trata sobre la inmigración, de una forma periódica y absurda. Aquí dos funcionarios militares le prohíben la entrada a las personas no estéticas. El director fue Jorge Merced, quien tuvo la brillante idea de montarla como una pasarela. Aquí vemos los paralelismos de los concursos de belleza en nuestros países, donde son tan importantes. Es una muy buena parodia», agrega.
El escritor está en proceso de terminar «Olvidada», una obra que habla sobre el rol del maestro, y espera que su obra «Las Damas de Atenea» sea puesta en escena este año.
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